En el campo de la física se denomina masa crítica a la cantidad mínima de material necesario para que se mantenga una
reacción nuclear. Este concepto ha sido
tomado prestado por la sociología, que
se refiere al mismo de una manera muy similar, aludiendo al número indispensable
de personas que son requeridas para que un fenómeno concreto tenga
lugar.
Este sábado el movimiento de oposición a la instalación del petróleo
en Canarias había convocado en todo el Archipiélago –así como en Madrid y
Barcelona- una primera oleada de manifestaciones para expresar la
disconformidad de la ciudadanía con la implantación de esta industria frente a
las costas orientales de Lanzarote y Fuerteventura.
Se trataba de la prueba de fuego para medir la capacidad de
movilización de las distintas organizaciones que están en pie de guerra desde
que, el pasado 16 de marzo, fuera anunciado la aprobación del Real Decreto que
finalmente da vía libre a Repsol para que inicie los sondeos en aguas canarias.
La primera valoración que se puede realizar, cuando apenas
han transcurrido dos horas de la finalización de las manifestaciones, es que
existe un movimiento social independiente, ajeno a grupos ecologistas y a partidos
políticos, que ha salido a la calle para rechazar la decisión adoptada por el Consejo
de Ministros a instancias del titular de Industria, José Manuel Soria.
Estas personas, que han asistido de forma numerosa especialmente
en Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria, han expresado además su firme
apuesta por la consecución de un cambio de modelo energético, rechazando el
crudo y gritando consignas a favor de las denominadas energías limpias, de
amplio desarrollo en Canarias por sus particulares condiciones climáticas.
Cabe preguntarse si los acontecimientos de este sábado permiten
extraer una lectura significativa que ayude a entender la posición de la
sociedad de las islas con respecto al petróleo. O lo que es lo mismo, si puede
inferirse que estas manifestaciones implican un rechazo mayoritario del pueblo
canario a las intenciones del Gobierno de España.
Atendiendo al número de participantes, no. En la mejor de
las aproximaciones, este sábado han salido a las calles un total de 70.000
personas en todas las islas, 10.000 de las cuales lo habrían realizado únicamente
en Fuerteventura. Este dato sí es más significativo, ya que representa
aproximadamente al 10% de su población total.
Eso sin tener en cuenta que la Delegación de Gobierno habría
rebajado la estimación de los organizadores desde las 70.000 a las 16.000 personas. Asumiendo que la cantidad de 70.000
manifestantes fuera válida, no parece razonable extrapolar que el tres por
ciento de la población de las Islas pueda determinar la posición de los dos
millones de habitantes del Archipiélago.
Haciendo un repaso al número de personas que acudieron a
otras manifestaciones que han marcado la historia de esta comunidad, 70.000 participantes
es un dato que no debería alertar al Gobierno del Estado, especialmente a la
hora de valorar una posible reconsideración de su reciente Real Decreto.
Por citar tres ejemplos: 100.000 personas fueron a la
manifestación en Tenerife de rechazo a la OTAN en 1986; 20.000 salieron en Gran
Canaria en 2005 para exigir la construcción de la carretera Agaete-La Aldea y
300.000 abarrotaron Las Palmas de Gran Canaria en marzo de 1988 exigiendo la
construcción de una universidad en Gran Canaria. Esta última ha sido la más extensa
de la historia de esta comunidad.
Pero tampoco se puede entender que la no participación de
buena parte de la sociedad en los actos que habían sido programados para hoy supone una aprobación implícita al petróleo.
Es más, este movimiento es muy reciente, apenas tiene dos semanas de vida, y en
tan corto espacio de tiempo ya ha conseguido generar una extensa base social de
rechazo a las prospecciones.
Y eso nos lleva al comienzo del texto. ¿Existe una masa
crítica en las Islas que facilite el crecimiento de este movimiento? La
respuesta es favorable y quién sabe si en la próxima convocatoria de
manifestaciones este número se multiplica. Será entonces cuando las leyes de la
física ayuden a determinar si la reacción que comenzó hace dos semanas no solo se
mantiene, sino que crece de forma sostenida en el tiempo.
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