martes, 17 de abril de 2012

Dinero a la fuga

Esta semana una persona que trabaja en una entidad financiera de Gran Canaria me confirmó, en el transcurso de una conversación informal, lo que llevo sospechando varias semanas.  Que hace meses se registra, coincidiendo con los momentos de mayor tensión en torno a la situación económica de España, una retirada paulatina de los depósitos de extranjeros comunitarios que residen en las Islas Canarias.

La percepción de inseguridad y de riesgo de colapso del sistema han producido, según me explicaba, que estos clientes hayan ido repatriando el dinero a sus países de origen, después de haber elegido bancos españoles en los tiempos de bonanza económica.

El principal motivo por el que eligieron Canarias para transferir cantidades que suelen rondar entre los 35.000 y los 100.000 euros era la ventajosa fiscalidad para las rentas de capital en España, más competitivas que las existen en otros estados miembros de la Unión Europea.

Mientras que hasta finales del año 2011 en nuestro país se tributaba entre el 19 y el 21 por ciento del beneficio obtenido por ahorros o inversiones, en Alemania esta cantidad se elevaba hasta el 25 por ciento, por citar un ejemplo.

A los atractivos de residir en el Archipiélago, por sus condiciones climáticas, se unía hasta hace poco un entorno favorable que hizo a muchos de ellos tomar la decisión de transferir parte de su capital a entidades españolas. Sin embargo la situación ha cambiado de pleno.

Por un lado, nuestro país no ofrece ya las garantías y el contexto propicio para invertir. Permanentes dudas sobre si España será intervenida  -que lo está de facto, según muchos economistas- si será rescatada o si saldrá finalmente del euro, han configurado un panorama desfavorable que no invita a estos extranjeros a mantener su dinero en manos de la banca española.

Por otro lado, la ventajosa fiscalidad citada anteriormente ha sido modificada. Desde comienzos de 2012 el contribuyente debe pagar más por sus ahorros e inversiones, decisión que ha sido tomada en el contexto de una mayor necesidad de ingresos por parte del Estado. Así, el nuevo arco fiscal para estos productos se mueve ahora entre el 21 y el 27 por ciento.

Aunque el Banco de España no dispone de las cantidades desagregadas por comunidades autónomas, en la siguiente tabla se puede observar como entre los meses de enero y febrero de 2012 la cantidad total depósitos en manos de residentes en otros países de la zona euro disminuyó en España desde los 84.638 millones a 77.903 millones de euros. Este dato ha fluctuado en los últimos meses de forma considerable.

Sin embargo, no deja de ser paradójico que, al tiempo que los países europeos más azotados por la crisis financiera (como España y Grecia) se ‘desangran’ económicamente, Alemania roza cotas históricas con los citados depósitos bancarios, como refleja esta información del prestigioso portal económico Bloomberg.

Mientras que Grecia perdió en febrero, respecto a junio de 2009, un 28 por ciento de sus depósitos y España dejaba escapar un 5%  en los últimos meses de 2011, Alemania incrementaba su cifra en un 10% tomando como referencia mayo de 2010, hasta alcanzar los 215 billones de euros.

Por tanto, a falta de datos concretos de las entidades bancarias que confirmen que esta realidad se está produciendo en las Islas, podemos al menos destacar que el contexto actual no convence en absoluto a los extranjeros, que se están llevando el dinero de los países del sur de Europa y poniéndolos a buen recaudo allá donde piensan que estará más seguro.

viernes, 13 de abril de 2012

Datos para la (des)esperanza


En los últimos días me ha dado por repasar algunos datos que tienen que ver con la economía canaria. He intentado buscar motivos para la esperanza a medio y largo plazo. Me he querido convencer de que hay trazas de que la situación va a mejorar. Pero no nos engañemos. Mi plan ha sido un fracaso.

Partamos de la base de que no soy especialista en economía: solo soy periodista. Me he limitado a mirar un buen número de tablas y a poner éstas en relación con el actual contexto político y social. Y sobre todo con el escenario que se presenta en los próximos meses en España y en Europa. El resultado no es muy novedoso, pero puede que ayude al lector a entender algo más qué pasa con Canarias.

Vamos allá.

Hace ya cuatro años que empezó la crisis económica. Concretamente lo hizo (a nivel mundial) en el año 2008. Podría desgranar los motivos por los que colapsa el sistema. Pero como no es objeto de este post, les remitiré a este vídeo de un  fenomenal dibujante y animador catalán que ha resumido el estallido de la burbuja española de una forma inmejorable y divertida.

**Nota para el lector: no se olvide de regresar luego al blog, por favor. Queda mucho por contar

Sigamos.

Cuando empieza la crisis económica Paulino Rivero (CC) llevaba un año como presidente del Gobierno de Canarias. Lo era en virtud de un pacto con el Partido Popular,  motivo por el que el vicepresidente autonómico era José Manuel Soria (actual ministro de Industria). Ahora ya no se llevan tan bien como antes, pero lo cierto es que en el primer momento, el del estallido de la crisis, ambos eran los responsables de tomar las decisiones pertinentes para capear la tormenta que se les venía encima.

(Y José Luis Rodríguez Zapatero a nivel nacional. Aunque por entonces él seguía empeñado en no querer ver esa tormenta, como reconocería años después)

Los primeros síntomas claros de debilidad en la economía canaria aparecen en el último trimestre de 2008. Valga el dato que arrojó entonces la Encuesta de Población Activa (que registra las personas en edad de trabajar que carecen de empleo). Las Islas habían destruido 40.600 puestos de trabajo respecto al mismo período de 2007.  Aún así, el dato con el que se cerraba ese año (2008) no era demasiado malo. Un 21,2 por ciento de paro y un total de 223.000 desempleados.

Digo que no era demasiado malo por simple comparación con la situación actual: Canarias cerró 2011 con una tasa del 30,93 por ciento y con 341.900 personas en busca de trabajo. Esto, para que nos hagamos una idea, significa a trazo gordo que una de cada tres personas en edad de trabajar que vive en el Archipiélago no puede hacerlo. Somos  el segundo territorio europeo con mayor tasa de paro. El primero es Reunión, un departamento francés de ultramar. Cosas de la distancia, podría pensar uno.

Otro dato que ayuda a entender el actual panorama es el relativo a los depósitos realizados en las entidades del Archipiélago por los residentes isleños. Según datos del Banco de España, éstos ascendían a una cuantía de 57.893 millones de euros en el tercer trimestre de 2009. Dos años más tarde se habían esfumado 4.000 millones (esos depósitos bajaron hasta los 53.894 millones de euros).

PRIMERAS REACCIONES

En 2009, y ante el oscuro futuro que se planteaba para Canarias, se pone en marcha el primer Pacto Social por la Economía y el Empleo. Su impulsor fue Paulino Rivero. Quizá haya quien recuerde cómo se promocionó la firma de aquel documento: fotos, comparecencias multitudinarias, firmas a varias bandas…El presidente dijo entonces que había que mantener el diálogo y consenso para generar confianza.

No se olviden de esta última parte, la del “consenso y la confianza”. Luego nos hará falta.

Ese mismo año también se puso en marcha una de esas actuaciones que a los periodistas no gusta denominar ‘medida estrella’, con la que el Gobierno de Canarias aseguró que serían contratadas ¡80.000 personas! en un plazo de ¡16! meses.  Aquí está lo que escribieron los periódicos por entonces.

Se trataba de bonificar la cuota de la Seguridad Social para todos aquellos contratos en los que fuera rescatada una persona que se encontrara en las listas del paro. Para los que hayan empezado a hacer cálculos, desde entonces han transcurrido no 16 meses, sino el doble, 32 meses. A juzgar por los datos que dimos al comienzo del texto, la medida no fue demasiado efectiva.

QUÉ OCURRE

Canarias padece de una forma tan intensa la crisis por la debilidad de su modelo productivo, centrado esencialmente en el turismo y la construcción.  Con la restricción del crédito la mayoría de las obras quebraron, llevándose por delante a miles de obreros. Lo mismo que en el resto de España pero a lo bestia, si se me permite la expresión.

Este dato es muy fácil de entender si atendemos a los datos del paro registrado (no de la EPA) del pasado mes de marzo. De las 283.699 personas censadas en las oficinas de empleo de Canarias, 52.000 procedían del sector de la construcción y 196.000 del sector servicios.

Con el paso de los años y la falta de incentivos por parte de los sucesivos ejecutivos autonómicos para la implantación de tejido industrial en las Islas, asociados por ejemplo a las energías renovables, este territorio ha ido sumiéndose es una dependencia absoluta del turismo y la construcción. Lamentablemente con el paso de los años hemos creado un modelo perverso, en el que confluye una baja educación y una nula diversificación de la economía.

Por si fuera poco, los años de bonanza de este modelo irreal en el que España (y Canarias) vivieron durante una década -desde aproximadamente 1996, con medidas como la liberalización del suelo promulgada por el gobierno de José María Aznar, entre otras-  provocaron una fuga importante de jóvenes que, llamados por el dinero fácil, fueron a trabajar a la obra o (también sin estar cualificados) al hotel, bar o terraza de turno.

Esto provocó una incidencia clara sobre la tasa de abandono escolar del Archipiélago. Por entender la situación: en 2008 era del 34,1 por ciento. Con la crisis, y el trabajo de las administraciones (pero sobre todo por la crisis), este dato se ha atenuado hasta el 30,4 por ciento en 2010. Al mismo tiempo, en el País Vasco la tasa era del 12,6 por ciento. Es decir, casi tres veces menor.

UN LARGO PEREGRINAR

Llevamos cuatro años de estancamiento de nuestra economía y nos encontramos ante un escenario más complicado, si cabe. Los recortes del Gobierno del Partido Popular junto con la falta de empuje de la economía nacional generarán entre 500.000 y 600.000 nuevos parados. Habrá que ver cuántos de ellos (nosotros, me incluyo) estarán registrados en las oficinas de empleo de las Islas.

Paralelamente las economías europeas, que en los últimos dos años daban síntomas de mejoría, parecen estar perdiendo fuerza. Eso tendrá claramente un impacto sobre Canarias, porque es probable que dejen de  llegar turistas al Archipiélago. 2011 fue uno de los mejores años de la historia para las Islas. Lo hicieron 12 millones de personas (aunque los empresarios del sector no parecieron darse cuenta, a juzgar por sus niveles de contratación).

Sin embargo, esta afluencia masiva –auspiciada entre otros motivos por la crisis de destinos turísticos del norte de África como Túnez o Egipto- no se producirá este año. A lo que hay que unir que otro de los grandes estímulos a la llegada de visitantes, las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, han sido eliminadas por el rodillo en el que el Partido Popular ha convertido los Presupuestos Generales del Estado. Esas bonificaciones hacían que los precios de los billetes fuera más competitivos.

Y por fin llegamos a la semana que hoy acaba. Paulino Rivero, junto a su vicepresidente socialista, José Miguel Pérez (lo que son las cosas) vuelve a convocar a los agentes sociales en la sede de Presidencia de Gobierno para hablarles de su plan para combatir el desempleo en Canarias. ¿Cómo lo hará? Adivinen.


¿Y saben cuál será su objetivo?

Pues sí: “Buscar el consenso y generar confianza”.

(La que los canarios ya ni nos planteamos tener, añadiría yo)

lunes, 9 de abril de 2012

Al pan, pan…y a la economía, eufemismo.


Desde hace años se ha criticado a los políticos sus alambicados discursos, que en la mayoría de las ocasiones persiguen no decir a las claras lo que saben que nadie quiere oír. En tiempos de crisis este galimatías se intensifica hasta extremos cuasi cómicos, en los que a la caída de la actividad económica se le llama crecimiento negativo y a los despidos redimensión de plantilla.

Podemos preguntarnos si este proceder es censurable o no, toda vez que los receptores últimos de dichos mensajes son precisamente los ciudadanos, quienes con sus votos han de elegir cada cuatro años cuáles de esos mismos oradores les representarán. ¿Debemos criticar que se dificulte el mensaje que nos hacen llegar detrás de un eufemismo permanente?

En este post dejaré un lado la respuesta a esa pregunta (que cedo a la libre reflexión del lector) y pasaré a citar algunos de los ejemplos que más me han llamado la atención. Vaya por delante que tras cuatro años de intenso período de ajuste -es decir, de crisis económica- no me ha costado demasiado dar con ellos.

Desde 2008  la economía no decrece, cae o baja, sino que se desacelera, pierde fuelle o se estanca.  El ministro de Economía, Luis de Guindos, no quiso reconocer esta misma mañana que seguirá habiendo despidos hasta final de año.  Bueno, en realidad sí lo hizo, pero optó por una fórmula mucho más delicada: “El empleo se estabilizará a final de año”, dijo.

Cuando ante una negociación no existe acuerdo, o directamente lo que existe es desacuerdo, los portavoces de uno y otro bando rehúyen usar tal palabra. En esos casos lo que ocurre es que confluyen distintas sensibilidades o puntos de vista divergentes que normalmente podrán ser limados en los días siguientes a la declaración pública (hasta que la  sociedad lo olvide, vaya).

A la tan nombrada implantación del copago sanitario no se le llama tal, sino pago progresivo, que justamente no es otra fórmula que el pago obligado (a una parte de la población) del servicio sanitario que se le facilita.  Es decir: copago.  De acuerdo, para aquellos que gozan de unas rentas más altas, pero copago al fin y al cabo.

Aunque se escapa del ámbito puramente idiomático, cabe resaltar un episodio que me llamó la atención hace un par de semanas. Sucedió en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en la que el ministro de Industria, José Manuel Soria, anunció los incrementos en la factura de la luz.

En un alarde de picardía, el ministro no dijo lo que todos hubieran entendido a las claras: “La factura de la luz experimentará una subida en los hogares españoles de un siete por ciento”. Soria optó por decir que lo que subiría en ese mismo porcentaje sería “la tarifa de último recurso”. Ahí queda eso, amigos. 

¿Se imaginan trasladar esta forma de hablar a otros campos de nuestra vida? La próxima vez que vaya a la compra apelaré al tendero para que instaure una progresividad que como consumidor me habilite para acceder a un precio más competitivo debido a la falta de liquidez de mi economía doméstica provocada por mi actual condición de demandante de empleo. O lo que es lo mismo, le diré que me cobre menos porque estoy en el paro y no llego a fin de mes (lo que empieza a ser cierto).

Más allá del cariz cómico que tiene este post, sí hay algo que considero que es importante resaltar. En estos momentos, en los que los políticos tratan de forzar el idioma hasta el infinito para que parezca que no están diciendo lo que sí están diciendo, es necesario potenciar la figura del periodista.

Éste no debe caer en la retórica que aquellos usan, por lo que el profesional de la información debe llamar a cada cosa por su nombre. Hay quien considera que esto resta empaque o brillantez a su trabajo. Otras veces esta mimetización idiomática responde al desconocimiento de la economía y a su campo semántico para jugar al despiste.

Seamos más eficientes y apostemos por la excelencia con el fin de superar el déficit estructural que atraviesa nuestra profesión.