jueves, 3 de mayo de 2012

Una realidad ajena


Hoy es el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Pero más que para alertar de los continuos atropellos que se producen a diario y que tratan de impedir que los periodistas ejerzamos nuestra profesión con totales garantías, lanzamos un grito desesperado.

Este jueves nos manifestamos porque lo que está en riesgo son nuestros puestos de trabajo. Llevamos cuatro años informando de la crisis en todos los sectores, mientras el nuestro la padece de manera furibunda.

Prescindiré aquí de hacer un discurso victimista, acusando a la sociedad de no haber mirado hacia nosotros. Bastante tiene la sociedad con la que está cayendo. Pero al fin y al cabo somos trabajadores, y como tales estamos sujetos a los vaivenes que se producen en el contexto social para el que informamos.

De acuerdo, es posible que no siempre hagamos nuestro trabajo todo lo bien que sería deseable. Y que una parte muy concreta del periodismo, aunque me resisto a ponerle a ese trabajo la etiqueta de ‘periodístico', haya levantado tal polvareda que sea imposible ver al resto que estamos detrás.

Pero créanme, somos mayoría. Y tratamos a diario de cumplir nuestras obligaciones de la forma más honesta y seria posible. Desgraciadamente, sobre esa parte de la profesión está recayendo de la forma más cruel los efectos de la crisis económica.

Hay quien se ha apresurado a  desgranar las posibles causas de la desconexión entre la prensa y la sociedad. Entre ellas, las redes sociales. No seré yo quien niegue que la aparición de métodos alternativos de información (como Twitter) haya provocado que la figura del periodista se desfigure.

Pero no nos engañemos. Al final, siempre hace falta un profesional que aporte valor añadido a las informaciones, que las contextualice, que investigue, que nos enseñe otro punto de vista y que se esmere en lograr un texto, una pieza de televisión o una crónica de radio redonda. Esas informaciones que, cuando las leemos, vemos o escuchamos, nos transportan. Y nos informan.

Si por algo es triste la crisis para los periodistas es porque, para casi todos los que nos dedicamos a esto, el periodismo es más que un trabajo. Sin intención de menoscabar el amor que otros puedan sentir por su profesión,  estoy seguro de que hay pocos oficios que sean tan amados por quienes lo ejercitan como el nuestro.

Quizá por eso, antes de la crisis, ya soportábamos sueldos míseros  y condiciones inasumibles. Ahora, cuando España es una máquina de destruir puestos de trabajo, algunos ya ni siquiera tenemos claro eso. 

Por ello, quiero acabar este texto pidiendo disculpas. Hace algunos meses, de noche, me tropecé con un grupo de estudiantes de periodismo que estaban celebrando el fin de sus prácticas en un medio de comunicación. Estaban con un buen amigo, que me pidió mi opinión sobre la situación actual del oficio.

Y entonces hice aquello que siempre odié. Desgrané una retahíla de motivos por los que, a mi juicio, era un error dedicarse a esto. A ellos muestro mis excusas. Quién soy yo, que a pesar de llevar un año en paro sigo amando este trabajo tanto como el primer día, para desmoralizar a alguien que ni siquiera ha empezado todavía.

Con ellos, con los que empezaron hace años y con los que lo hicimos hace algo menos, construiremos el modelo periodístico del futuro. Ese modelo será un reflejo de la España resultante del actual momento de crisis, desde todo punto de vista. Porque no olvidemos que el periodismo no deja de ser un reflejo de la sociedad para la que informa.

martes, 17 de abril de 2012

Dinero a la fuga

Esta semana una persona que trabaja en una entidad financiera de Gran Canaria me confirmó, en el transcurso de una conversación informal, lo que llevo sospechando varias semanas.  Que hace meses se registra, coincidiendo con los momentos de mayor tensión en torno a la situación económica de España, una retirada paulatina de los depósitos de extranjeros comunitarios que residen en las Islas Canarias.

La percepción de inseguridad y de riesgo de colapso del sistema han producido, según me explicaba, que estos clientes hayan ido repatriando el dinero a sus países de origen, después de haber elegido bancos españoles en los tiempos de bonanza económica.

El principal motivo por el que eligieron Canarias para transferir cantidades que suelen rondar entre los 35.000 y los 100.000 euros era la ventajosa fiscalidad para las rentas de capital en España, más competitivas que las existen en otros estados miembros de la Unión Europea.

Mientras que hasta finales del año 2011 en nuestro país se tributaba entre el 19 y el 21 por ciento del beneficio obtenido por ahorros o inversiones, en Alemania esta cantidad se elevaba hasta el 25 por ciento, por citar un ejemplo.

A los atractivos de residir en el Archipiélago, por sus condiciones climáticas, se unía hasta hace poco un entorno favorable que hizo a muchos de ellos tomar la decisión de transferir parte de su capital a entidades españolas. Sin embargo la situación ha cambiado de pleno.

Por un lado, nuestro país no ofrece ya las garantías y el contexto propicio para invertir. Permanentes dudas sobre si España será intervenida  -que lo está de facto, según muchos economistas- si será rescatada o si saldrá finalmente del euro, han configurado un panorama desfavorable que no invita a estos extranjeros a mantener su dinero en manos de la banca española.

Por otro lado, la ventajosa fiscalidad citada anteriormente ha sido modificada. Desde comienzos de 2012 el contribuyente debe pagar más por sus ahorros e inversiones, decisión que ha sido tomada en el contexto de una mayor necesidad de ingresos por parte del Estado. Así, el nuevo arco fiscal para estos productos se mueve ahora entre el 21 y el 27 por ciento.

Aunque el Banco de España no dispone de las cantidades desagregadas por comunidades autónomas, en la siguiente tabla se puede observar como entre los meses de enero y febrero de 2012 la cantidad total depósitos en manos de residentes en otros países de la zona euro disminuyó en España desde los 84.638 millones a 77.903 millones de euros. Este dato ha fluctuado en los últimos meses de forma considerable.

Sin embargo, no deja de ser paradójico que, al tiempo que los países europeos más azotados por la crisis financiera (como España y Grecia) se ‘desangran’ económicamente, Alemania roza cotas históricas con los citados depósitos bancarios, como refleja esta información del prestigioso portal económico Bloomberg.

Mientras que Grecia perdió en febrero, respecto a junio de 2009, un 28 por ciento de sus depósitos y España dejaba escapar un 5%  en los últimos meses de 2011, Alemania incrementaba su cifra en un 10% tomando como referencia mayo de 2010, hasta alcanzar los 215 billones de euros.

Por tanto, a falta de datos concretos de las entidades bancarias que confirmen que esta realidad se está produciendo en las Islas, podemos al menos destacar que el contexto actual no convence en absoluto a los extranjeros, que se están llevando el dinero de los países del sur de Europa y poniéndolos a buen recaudo allá donde piensan que estará más seguro.

viernes, 13 de abril de 2012

Datos para la (des)esperanza


En los últimos días me ha dado por repasar algunos datos que tienen que ver con la economía canaria. He intentado buscar motivos para la esperanza a medio y largo plazo. Me he querido convencer de que hay trazas de que la situación va a mejorar. Pero no nos engañemos. Mi plan ha sido un fracaso.

Partamos de la base de que no soy especialista en economía: solo soy periodista. Me he limitado a mirar un buen número de tablas y a poner éstas en relación con el actual contexto político y social. Y sobre todo con el escenario que se presenta en los próximos meses en España y en Europa. El resultado no es muy novedoso, pero puede que ayude al lector a entender algo más qué pasa con Canarias.

Vamos allá.

Hace ya cuatro años que empezó la crisis económica. Concretamente lo hizo (a nivel mundial) en el año 2008. Podría desgranar los motivos por los que colapsa el sistema. Pero como no es objeto de este post, les remitiré a este vídeo de un  fenomenal dibujante y animador catalán que ha resumido el estallido de la burbuja española de una forma inmejorable y divertida.

**Nota para el lector: no se olvide de regresar luego al blog, por favor. Queda mucho por contar

Sigamos.

Cuando empieza la crisis económica Paulino Rivero (CC) llevaba un año como presidente del Gobierno de Canarias. Lo era en virtud de un pacto con el Partido Popular,  motivo por el que el vicepresidente autonómico era José Manuel Soria (actual ministro de Industria). Ahora ya no se llevan tan bien como antes, pero lo cierto es que en el primer momento, el del estallido de la crisis, ambos eran los responsables de tomar las decisiones pertinentes para capear la tormenta que se les venía encima.

(Y José Luis Rodríguez Zapatero a nivel nacional. Aunque por entonces él seguía empeñado en no querer ver esa tormenta, como reconocería años después)

Los primeros síntomas claros de debilidad en la economía canaria aparecen en el último trimestre de 2008. Valga el dato que arrojó entonces la Encuesta de Población Activa (que registra las personas en edad de trabajar que carecen de empleo). Las Islas habían destruido 40.600 puestos de trabajo respecto al mismo período de 2007.  Aún así, el dato con el que se cerraba ese año (2008) no era demasiado malo. Un 21,2 por ciento de paro y un total de 223.000 desempleados.

Digo que no era demasiado malo por simple comparación con la situación actual: Canarias cerró 2011 con una tasa del 30,93 por ciento y con 341.900 personas en busca de trabajo. Esto, para que nos hagamos una idea, significa a trazo gordo que una de cada tres personas en edad de trabajar que vive en el Archipiélago no puede hacerlo. Somos  el segundo territorio europeo con mayor tasa de paro. El primero es Reunión, un departamento francés de ultramar. Cosas de la distancia, podría pensar uno.

Otro dato que ayuda a entender el actual panorama es el relativo a los depósitos realizados en las entidades del Archipiélago por los residentes isleños. Según datos del Banco de España, éstos ascendían a una cuantía de 57.893 millones de euros en el tercer trimestre de 2009. Dos años más tarde se habían esfumado 4.000 millones (esos depósitos bajaron hasta los 53.894 millones de euros).

PRIMERAS REACCIONES

En 2009, y ante el oscuro futuro que se planteaba para Canarias, se pone en marcha el primer Pacto Social por la Economía y el Empleo. Su impulsor fue Paulino Rivero. Quizá haya quien recuerde cómo se promocionó la firma de aquel documento: fotos, comparecencias multitudinarias, firmas a varias bandas…El presidente dijo entonces que había que mantener el diálogo y consenso para generar confianza.

No se olviden de esta última parte, la del “consenso y la confianza”. Luego nos hará falta.

Ese mismo año también se puso en marcha una de esas actuaciones que a los periodistas no gusta denominar ‘medida estrella’, con la que el Gobierno de Canarias aseguró que serían contratadas ¡80.000 personas! en un plazo de ¡16! meses.  Aquí está lo que escribieron los periódicos por entonces.

Se trataba de bonificar la cuota de la Seguridad Social para todos aquellos contratos en los que fuera rescatada una persona que se encontrara en las listas del paro. Para los que hayan empezado a hacer cálculos, desde entonces han transcurrido no 16 meses, sino el doble, 32 meses. A juzgar por los datos que dimos al comienzo del texto, la medida no fue demasiado efectiva.

QUÉ OCURRE

Canarias padece de una forma tan intensa la crisis por la debilidad de su modelo productivo, centrado esencialmente en el turismo y la construcción.  Con la restricción del crédito la mayoría de las obras quebraron, llevándose por delante a miles de obreros. Lo mismo que en el resto de España pero a lo bestia, si se me permite la expresión.

Este dato es muy fácil de entender si atendemos a los datos del paro registrado (no de la EPA) del pasado mes de marzo. De las 283.699 personas censadas en las oficinas de empleo de Canarias, 52.000 procedían del sector de la construcción y 196.000 del sector servicios.

Con el paso de los años y la falta de incentivos por parte de los sucesivos ejecutivos autonómicos para la implantación de tejido industrial en las Islas, asociados por ejemplo a las energías renovables, este territorio ha ido sumiéndose es una dependencia absoluta del turismo y la construcción. Lamentablemente con el paso de los años hemos creado un modelo perverso, en el que confluye una baja educación y una nula diversificación de la economía.

Por si fuera poco, los años de bonanza de este modelo irreal en el que España (y Canarias) vivieron durante una década -desde aproximadamente 1996, con medidas como la liberalización del suelo promulgada por el gobierno de José María Aznar, entre otras-  provocaron una fuga importante de jóvenes que, llamados por el dinero fácil, fueron a trabajar a la obra o (también sin estar cualificados) al hotel, bar o terraza de turno.

Esto provocó una incidencia clara sobre la tasa de abandono escolar del Archipiélago. Por entender la situación: en 2008 era del 34,1 por ciento. Con la crisis, y el trabajo de las administraciones (pero sobre todo por la crisis), este dato se ha atenuado hasta el 30,4 por ciento en 2010. Al mismo tiempo, en el País Vasco la tasa era del 12,6 por ciento. Es decir, casi tres veces menor.

UN LARGO PEREGRINAR

Llevamos cuatro años de estancamiento de nuestra economía y nos encontramos ante un escenario más complicado, si cabe. Los recortes del Gobierno del Partido Popular junto con la falta de empuje de la economía nacional generarán entre 500.000 y 600.000 nuevos parados. Habrá que ver cuántos de ellos (nosotros, me incluyo) estarán registrados en las oficinas de empleo de las Islas.

Paralelamente las economías europeas, que en los últimos dos años daban síntomas de mejoría, parecen estar perdiendo fuerza. Eso tendrá claramente un impacto sobre Canarias, porque es probable que dejen de  llegar turistas al Archipiélago. 2011 fue uno de los mejores años de la historia para las Islas. Lo hicieron 12 millones de personas (aunque los empresarios del sector no parecieron darse cuenta, a juzgar por sus niveles de contratación).

Sin embargo, esta afluencia masiva –auspiciada entre otros motivos por la crisis de destinos turísticos del norte de África como Túnez o Egipto- no se producirá este año. A lo que hay que unir que otro de los grandes estímulos a la llegada de visitantes, las bonificaciones a las tasas aeroportuarias, han sido eliminadas por el rodillo en el que el Partido Popular ha convertido los Presupuestos Generales del Estado. Esas bonificaciones hacían que los precios de los billetes fuera más competitivos.

Y por fin llegamos a la semana que hoy acaba. Paulino Rivero, junto a su vicepresidente socialista, José Miguel Pérez (lo que son las cosas) vuelve a convocar a los agentes sociales en la sede de Presidencia de Gobierno para hablarles de su plan para combatir el desempleo en Canarias. ¿Cómo lo hará? Adivinen.


¿Y saben cuál será su objetivo?

Pues sí: “Buscar el consenso y generar confianza”.

(La que los canarios ya ni nos planteamos tener, añadiría yo)

lunes, 9 de abril de 2012

Al pan, pan…y a la economía, eufemismo.


Desde hace años se ha criticado a los políticos sus alambicados discursos, que en la mayoría de las ocasiones persiguen no decir a las claras lo que saben que nadie quiere oír. En tiempos de crisis este galimatías se intensifica hasta extremos cuasi cómicos, en los que a la caída de la actividad económica se le llama crecimiento negativo y a los despidos redimensión de plantilla.

Podemos preguntarnos si este proceder es censurable o no, toda vez que los receptores últimos de dichos mensajes son precisamente los ciudadanos, quienes con sus votos han de elegir cada cuatro años cuáles de esos mismos oradores les representarán. ¿Debemos criticar que se dificulte el mensaje que nos hacen llegar detrás de un eufemismo permanente?

En este post dejaré un lado la respuesta a esa pregunta (que cedo a la libre reflexión del lector) y pasaré a citar algunos de los ejemplos que más me han llamado la atención. Vaya por delante que tras cuatro años de intenso período de ajuste -es decir, de crisis económica- no me ha costado demasiado dar con ellos.

Desde 2008  la economía no decrece, cae o baja, sino que se desacelera, pierde fuelle o se estanca.  El ministro de Economía, Luis de Guindos, no quiso reconocer esta misma mañana que seguirá habiendo despidos hasta final de año.  Bueno, en realidad sí lo hizo, pero optó por una fórmula mucho más delicada: “El empleo se estabilizará a final de año”, dijo.

Cuando ante una negociación no existe acuerdo, o directamente lo que existe es desacuerdo, los portavoces de uno y otro bando rehúyen usar tal palabra. En esos casos lo que ocurre es que confluyen distintas sensibilidades o puntos de vista divergentes que normalmente podrán ser limados en los días siguientes a la declaración pública (hasta que la  sociedad lo olvide, vaya).

A la tan nombrada implantación del copago sanitario no se le llama tal, sino pago progresivo, que justamente no es otra fórmula que el pago obligado (a una parte de la población) del servicio sanitario que se le facilita.  Es decir: copago.  De acuerdo, para aquellos que gozan de unas rentas más altas, pero copago al fin y al cabo.

Aunque se escapa del ámbito puramente idiomático, cabe resaltar un episodio que me llamó la atención hace un par de semanas. Sucedió en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en la que el ministro de Industria, José Manuel Soria, anunció los incrementos en la factura de la luz.

En un alarde de picardía, el ministro no dijo lo que todos hubieran entendido a las claras: “La factura de la luz experimentará una subida en los hogares españoles de un siete por ciento”. Soria optó por decir que lo que subiría en ese mismo porcentaje sería “la tarifa de último recurso”. Ahí queda eso, amigos. 

¿Se imaginan trasladar esta forma de hablar a otros campos de nuestra vida? La próxima vez que vaya a la compra apelaré al tendero para que instaure una progresividad que como consumidor me habilite para acceder a un precio más competitivo debido a la falta de liquidez de mi economía doméstica provocada por mi actual condición de demandante de empleo. O lo que es lo mismo, le diré que me cobre menos porque estoy en el paro y no llego a fin de mes (lo que empieza a ser cierto).

Más allá del cariz cómico que tiene este post, sí hay algo que considero que es importante resaltar. En estos momentos, en los que los políticos tratan de forzar el idioma hasta el infinito para que parezca que no están diciendo lo que sí están diciendo, es necesario potenciar la figura del periodista.

Éste no debe caer en la retórica que aquellos usan, por lo que el profesional de la información debe llamar a cada cosa por su nombre. Hay quien considera que esto resta empaque o brillantez a su trabajo. Otras veces esta mimetización idiomática responde al desconocimiento de la economía y a su campo semántico para jugar al despiste.

Seamos más eficientes y apostemos por la excelencia con el fin de superar el déficit estructural que atraviesa nuestra profesión.

viernes, 30 de marzo de 2012

#CanariosAislados (e indignados)


Canarias ha vivido en los últimos años una revolución en el transporte aéreo que le ha permitido acercarse más que nunca a la Península. El aumento de las conexiones desde las Islas, impulsado definitivamente por la introducción de las compañías low cost, permitió un aumento de la competencia y una rebaja definitiva del coste del billete.

Este nuevo escenario, consolidado a mitad del decenio pasado, consiguió desterrar postales de color sepia, cuando un vuelo en clase turista desde las Islas a la Península tenía un precio inalcanzable para casi cualquier familia de clase media. Valga la anécdota personal: en los 80 y los 90, mi familia -Navidad tras otra- llegaba a pagar hasta 500.000 pesetas por cuatro pasajes destino Valencia.

Es un caso personal, pero estoy seguro de que los que lean esta columna conocerán casos similares. Afortunadamente el paulatino incremento de la subvención al transporte, junto a la citada competencia, estableció un escenario muy favorable en términos económicos, situando el precio medio de un billete (previo colapso de Spanair) desde Canarias a Madrid entre los 65 y 100 euros.

Esta nueva realidad ha permitido una revolución total que ha tenido un resultado claro: la articulación de dos artículos de la ConstituciónEspañola -concretamente el 9.2 y el 138.1-  que no solo recogen el principio de solidaridad entre territorios, sino que determinan literalmente  la obligación del Estado de eliminar aquellos obstáculos “que impidan o dificulten (…) la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social [del país]”.

Por tanto, no es una concesión gratuita. Es un mandato constitucional. Y ha tenido un resultado muy positivo. Entre otros, para los estudiantes que se desplazan a cursar estudios fuera y que, hasta no hace tanto tiempo, tenían restringidas sus visitas familiares en fechas señaladas como Navidad, Semana Santa o verano por el alto coste del trayecto.

Con la decisión que hemos conocido este viernes, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, este escenario de normalidad se pone en entredicho. La rebaja de un 16,5 por ciento (65 millones de euros) sobre la subvención al transporte aéreo establece un nuevo escenario cuyo impacto habrá que cuantificar.

Más aún cuando está reciente la quiebra de la compañía Spanair, lo que ha reducido la oferta de plazas y por tanto provocado un incremento en el coste medio del billete que está teniendo consecuencias no solamente para los canarios, sino para todos aquellos que visitan las Islas.

Esta situación retrotrae a Canarias a momentos del pasado. Espero que no sea a los grises años 80, cuando volar era un acontecimiento (también para el bolsillo).  Y las aeronaves eran aquellos vetustos DC-9 de Aviaco donde la gente fumaba sin parar y había ciudadanos de primera y segunda clase…

 ALGUNOS DATOS
Cabe recordar que la actual deducción del 50 por ciento del precio billete para los ciudadanos residentes (en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla) se estableció en 2007, tras paulatinos incrementos en esta subvención, que han permitido una reducción del 52,5 por ciento  del precio total tomando como referencia el año 1993.


Actualmente, el Estado y la comunidad autónomo financian al 50 por ciento esa rebaja, que se establece de media en los 63,15 euros para los vuelos con la Península y en 28 euros en los trayectos interinsulares.

martes, 27 de marzo de 2012

El ejemplo danés

Cuando uno se enfrenta a un dilema de difícil solución tiene dos salidas. O exprimirse el cerebro para dar con la respuesta o fijarse en alguien que se haya topado con el mismo problema con anterioridad y aplicar la fórmula que le procuró éxito.

En Canarias venimos escuchando desde hace más de una década, y desde distintos ámbitos de la sociedad, que las Islas son un territorio casi paradigmático para el desarrollo de las energías renovables. Los incontables días de sol, las horas de viento y la siempre presente fuerza del mar constituyen un regalo que la naturaleza ha entregado al Archipiélago.

Esta potencialidad no ha sido pasada por alto en el discurso de todos los representantes de la clase política.  Pero a la vista del actual nivel de desarrollo de las energías renovables en Canarias, cabe preguntarse si han hecho algo para conseguirlo.

Atendiendo a los datos del Plan Energético de Canarias  –documento aprobado por el Parlamento en  2007 y que marca las líneas estratégicas del sector con un horizonte marcado en el año 2015- la fuente principal de energía en la que se apoya el sistema en las islas es el petróleo. Las renovables aportan al denominado mix energértico un exiguo 0,6 por ciento del total.

Dentro de tres años este panorama debería transformarse con un incremento de las ‘energías limpias’ hasta el 8,1 por ciento. Al mismo tiempo se prevé la reducción del petróleo del 99 por ciento actual  al 72 por ciento. El 20 por ciento restante del sistema energético se apoyará en una nueva fuente de energía en Canarias no exenta de polémica: el gas.

Estos datos, que no son nuevos, sí se producen en un nuevo contexto: la aprobación de las prospecciones petrolíferas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Esta decisión del Gobierno de España, que ha lanzado a las calles a miles de canarios contrarios a estos sondeos, parece haber disipado la verdadera cuestión de fondo: el modelo energético al que aspiramos en Canarias.

Este es el escenario en el que surge la conexión danesa. El país nórdico se ha marcado un objetivo que a simple vista parece inasumible: prescindir en 2050 de los combustibles fósiles. Podría resultar contradictorio que esta decisión la haya tomado una nación que dispone precisamente de estos recursos, que explota en el Mar del Norte.

Sin embargo, como explica el catedrático de Planificación Energética danés Henrik Lund, les resulta igual de rentable exportar gas y petróleo que vender la tecnología con la que fabricar aerogeneradores y otros dispositivos de aprovechamiento de la energía que aporta la naturaleza.

Lund recuerda que tras las dos grandes crisis del petróleo en los años 70, Dinamarca se vio obligada a restringir  el uso del vehículo privado ante la escasez total de carburante. Desde entonces, a pesar del incremento de la demanda, han conseguido estabilizar el consumo de esta fuente, que han ido compensando sobre todo con el desarrollo de energías limpias.

Si disponemos del maná de las renovables, ¿por qué el Parlamento canario no se atreve a dar el paso y a fijarse un objetivo a medio plazo de potenciación de las energías limpias más ambicioso que el 8 por ciento previsto para 2015 en el Pecan? ¿Por qué no se potencia una verdadera industria en torno a estas energías más allá de proyectos puntuales como el previsto para la Isla de El Hierro o el sur de Gran Canaria?

Con los actuales objetivos no solo dependeremos de las energías fósiles en un 90 por ciento, sino que no estaremos garantizando una eventual incidencia que pueda afectar a los países suministradores, dado que el crudo que pueda llegar a extraerse frente a Canarias no tendrá un impacto real en la dependencia energética de las Islas. Copiemos el modelo danés. Marquemos objetivos más amplios que los actuales.

UN PLANETA ENFERMO

Por otra parte, la combustión de gas y petróleo, que provoca la liberación de CO2 a la atmósfera, está generando estragos en la Tierra. El profesor Michael McElroy, catedrático de Estudios Medioambientales en Harvard, no duda cuando afirma que este año no ha habido invierno en los Estados Unidos. Por momentos, las temperaturas han sido en algunos puntos de la geografía americana tan cálidas como en verano.

Al mismo tiempo, se están produciendo fenómenos anormales a lo largo del globo terráqueo, como devastadoras inundaciones en Australia, inusuales olas de frío en Europa o la ausencia de lluvias allí donde eran más frecuentes.

“Vivimos un momento crítico para este planeta. No solo se está calentando, sino que la contaminación  del suelo genera un verdadero problema alimentario”, alerta McElroy, que recuerda que las previsiones indican que en 2020 habrá en la tierra alrededor de 10.000 millones de habitantes.

Esto tendrá, a su juicio, una consecuencia directa en grandes migraciones en busca de zonas donde las personas puedan alimentarse. Sin embargo, este propósito no será fácil de conseguir. “Antes si cambiaba el clima la gente migraba; pero ahora no se puede, porque nos topamos con las fronteras”, recuerda.

Este catedrático apunta hacia la presión que ejercen sobre el consumo de este tipo de combustibles Estados Unidos, China o Asia, estos dos últimos en plena fase de desarrollo, países que renuncian por el momento a instalarse en el discurso ‘verde’ asumido, con más o menos intensidad, por otra parte del planeta.

En este sentido, McElroy señala que lejos de renunciar a las energías fósiles e investigar en fuentes alternativas, las grandes compañías del sector han invertido en métodos que permitan la extracción en yacimientos petrolíferos que, por su situación, eran descartados hace algunos años.

Michael McElroy y Henrik Lund han participado este martes en el VII Seminario Internacional de Comarcas Sostenibles en Agüimes (Gran Canaria)

domingo, 25 de marzo de 2012

La masa crítica


En el campo de la física se denomina masa crítica a la cantidad mínima de material necesario para que se mantenga una reacción nuclear. Este concepto ha sido tomado prestado por la sociología,  que se refiere al mismo de una manera muy similar, aludiendo al número indispensable de personas que son requeridas para que un fenómeno concreto tenga lugar.

Este sábado el movimiento de oposición a la instalación del petróleo en Canarias había convocado en todo el Archipiélago –así como en Madrid y Barcelona- una primera oleada de manifestaciones para expresar la disconformidad de la ciudadanía con la implantación de esta industria frente a las costas orientales de Lanzarote y Fuerteventura.

Se trataba de la prueba de fuego para medir la capacidad de movilización de las distintas organizaciones que están en pie de guerra desde que, el pasado 16 de marzo, fuera anunciado la aprobación del Real Decreto que finalmente da vía libre a Repsol para que inicie los sondeos en aguas canarias.

La primera valoración que se puede realizar, cuando apenas han transcurrido dos horas de la finalización de las manifestaciones, es que existe un movimiento social independiente, ajeno a grupos ecologistas y a partidos políticos, que ha salido a la calle para rechazar la decisión adoptada por el Consejo de Ministros a instancias del titular de Industria, José Manuel Soria.

Estas personas, que han asistido de forma numerosa especialmente en Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria, han expresado además su firme apuesta por la consecución de un cambio de modelo energético, rechazando el crudo y gritando consignas a favor de las denominadas energías limpias, de amplio desarrollo en Canarias por sus particulares condiciones climáticas.

Cabe preguntarse si los acontecimientos de este sábado permiten extraer una lectura significativa que ayude a entender la posición de la sociedad de las islas con respecto al petróleo. O lo que es lo mismo, si puede inferirse que estas manifestaciones implican un rechazo mayoritario del pueblo canario a las intenciones del Gobierno de España.

Atendiendo al número de participantes, no. En la mejor de las aproximaciones, este sábado han salido a las calles un total de 70.000 personas en todas las islas, 10.000 de las cuales lo habrían realizado únicamente en Fuerteventura. Este dato sí es más significativo, ya que representa aproximadamente al 10% de su población total.

Eso sin tener en cuenta que la Delegación de Gobierno habría rebajado la estimación de los organizadores desde las 70.000 a las 16.000 personas. Asumiendo que la cantidad de 70.000 manifestantes fuera válida, no parece razonable extrapolar que el tres por ciento de la población de las Islas pueda determinar la posición de los dos millones de habitantes del Archipiélago.

Haciendo un repaso al número de personas que acudieron a otras manifestaciones que han marcado la historia de esta comunidad, 70.000 participantes es un dato que no debería alertar al Gobierno del Estado, especialmente a la hora de valorar una posible reconsideración de su reciente Real Decreto.

Por citar tres ejemplos: 100.000 personas fueron a la manifestación en Tenerife de rechazo a la OTAN en 1986; 20.000 salieron en Gran Canaria en 2005 para exigir la construcción de la carretera Agaete-La Aldea y 300.000 abarrotaron Las Palmas de Gran Canaria en marzo de 1988 exigiendo la construcción de una universidad en Gran Canaria. Esta última ha sido la más extensa de la historia de esta comunidad.

Pero tampoco se puede entender que la no participación de buena parte de la sociedad en los actos que habían sido programados para hoy  supone una aprobación implícita al petróleo. Es más, este movimiento es muy reciente, apenas tiene dos semanas de vida, y en tan corto espacio de tiempo ya ha conseguido generar una extensa base social de rechazo a las prospecciones.

Y eso nos lleva al comienzo del texto. ¿Existe una masa crítica en las Islas que facilite el crecimiento de este movimiento? La respuesta es favorable y quién sabe si en la próxima convocatoria de manifestaciones este número se multiplica. Será entonces cuando las leyes de la física ayuden a determinar si la reacción que comenzó hace dos semanas no solo se mantiene, sino que crece de forma sostenida en el tiempo.