viernes, 30 de marzo de 2012

#CanariosAislados (e indignados)


Canarias ha vivido en los últimos años una revolución en el transporte aéreo que le ha permitido acercarse más que nunca a la Península. El aumento de las conexiones desde las Islas, impulsado definitivamente por la introducción de las compañías low cost, permitió un aumento de la competencia y una rebaja definitiva del coste del billete.

Este nuevo escenario, consolidado a mitad del decenio pasado, consiguió desterrar postales de color sepia, cuando un vuelo en clase turista desde las Islas a la Península tenía un precio inalcanzable para casi cualquier familia de clase media. Valga la anécdota personal: en los 80 y los 90, mi familia -Navidad tras otra- llegaba a pagar hasta 500.000 pesetas por cuatro pasajes destino Valencia.

Es un caso personal, pero estoy seguro de que los que lean esta columna conocerán casos similares. Afortunadamente el paulatino incremento de la subvención al transporte, junto a la citada competencia, estableció un escenario muy favorable en términos económicos, situando el precio medio de un billete (previo colapso de Spanair) desde Canarias a Madrid entre los 65 y 100 euros.

Esta nueva realidad ha permitido una revolución total que ha tenido un resultado claro: la articulación de dos artículos de la ConstituciónEspañola -concretamente el 9.2 y el 138.1-  que no solo recogen el principio de solidaridad entre territorios, sino que determinan literalmente  la obligación del Estado de eliminar aquellos obstáculos “que impidan o dificulten (…) la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social [del país]”.

Por tanto, no es una concesión gratuita. Es un mandato constitucional. Y ha tenido un resultado muy positivo. Entre otros, para los estudiantes que se desplazan a cursar estudios fuera y que, hasta no hace tanto tiempo, tenían restringidas sus visitas familiares en fechas señaladas como Navidad, Semana Santa o verano por el alto coste del trayecto.

Con la decisión que hemos conocido este viernes, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, este escenario de normalidad se pone en entredicho. La rebaja de un 16,5 por ciento (65 millones de euros) sobre la subvención al transporte aéreo establece un nuevo escenario cuyo impacto habrá que cuantificar.

Más aún cuando está reciente la quiebra de la compañía Spanair, lo que ha reducido la oferta de plazas y por tanto provocado un incremento en el coste medio del billete que está teniendo consecuencias no solamente para los canarios, sino para todos aquellos que visitan las Islas.

Esta situación retrotrae a Canarias a momentos del pasado. Espero que no sea a los grises años 80, cuando volar era un acontecimiento (también para el bolsillo).  Y las aeronaves eran aquellos vetustos DC-9 de Aviaco donde la gente fumaba sin parar y había ciudadanos de primera y segunda clase…

 ALGUNOS DATOS
Cabe recordar que la actual deducción del 50 por ciento del precio billete para los ciudadanos residentes (en Canarias, Baleares, Ceuta y Melilla) se estableció en 2007, tras paulatinos incrementos en esta subvención, que han permitido una reducción del 52,5 por ciento  del precio total tomando como referencia el año 1993.


Actualmente, el Estado y la comunidad autónomo financian al 50 por ciento esa rebaja, que se establece de media en los 63,15 euros para los vuelos con la Península y en 28 euros en los trayectos interinsulares.

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